El Papá Noel, es quizás, el símbolo más extendido de Navidad, gracias a la agobiante influencia de la cultura de consumo norteamericana y de su refresco oficial. La construcción histórica del icono del viejo tripón que cada año sale del Polo Norte en trineo para dejar regalos a la chiquillería, pero es de tiempos relativamente recientes, concretamente de la primera mitad del siglo XIX. Aun así, el origen de este mito es bastante más antiguo y, a la vez, sorprendentemente cercano a nuestra cultura.

Santa Clavus es la adaptación al inglés de Sinterklaas que es como los neerlandeses denominan a San Nicolás. La leyenda llegó a los Países Bajos en la época en la cual estos estaban bajo el dominio de la Monarquía Hispánica. Entre la Corona de Aragón y los Países Bajos existía históricamente una intensa relación comercial, que se alarga cuando menos, hasta la Guerra de Sucesión. Curiosamente esta conexión con Holanda explicaría el arraigo de una tradición probablemente inventada por marineros valencianos. La costumbre dice que Sinterklaas, con un barco cargado de naranjas y granadas, sale del puerto de Alicante cada año para llegar en Amsterdam el día de la fiesta: el 6 de diciembre.

¿Papá Noel nació en Alicante?

Algunos detalles parecen corroborar las raíces alicantinas de esta leyenda. Por ejemplo, Sinterklaas es acompañado por “Zwarte Pieten”, Pedro el Negro, un morisco que se encarga de meter dentro del saco y llevarse en España las niñas y los niños malos. La identificación del malo del cuento no es nada casual, a principios del siglo XVII -tiempo en el cual se consolida el mito- los estigmatizados moriscos (un 30% de la población valenciana) serían expulsados de los territorios de la Monarquía Hispánica. De hecho, en la tradición alpina el papel de Pedro el Negro lo desarrolla el Krampus que no es sino un demonio. Aún así, otras voces aseguran que el cariz punitivo del paje moro data de 1850, y es una reinterpretación del maestro de primaria Jan Schenkman, natural de Amsterdam, puesto que las versiones más antiguas atribuyen los castigos tanto al viejo Nicolás como a Pedro el Negro.

En cualquier caso, desde los Países Bajos, la tradición de Sinterklaas cruzaría el Atlántico con los fundadores de Nueva Amsterdam (1624), ciudad que -al ser ocupada por los ingleses el 1664- se convertiría en Nueva York. Bajo el dominio británico las raíces culturales holandesas estuvieron cerca de desaparecer, y no fue hasta la Revolución Americana que los neoyorquinos las reivindicaron con orgullo. Así, a principios del siglo XIX, se configura San Nicolás como portador de regalos, y en 1821 aparece una litografía donde ya se representa el anciano barbudo sobre un trineo. Años después, en 1863, es el ilustrador Thomas Nast quien realiza el diseño que se ha popularizado y que inspira las representaciones actuales.